El hecho de que en América Latina exista un mismo idioma en todos los países y fuertes similitudes en sus culturas, abrió la posibilidad de trabajar con la población en su conjunto. Pronto se advirtió que en la religión era necesario enfocar el estudio teológico desde una nueva dimensión, en función de las posibilidades y necesidades específicas de estos países.
Esta nueva dimensión de la teología, en primer lugar, tendría que hacer compatibles la función teórica del estudio con la realidad práctica. Para ello se crearon, como parte vital del programa de estudio: viajes misioneros, discipulado y la obra pastoral.
El segundo cambio, educar a cada alumno no sólo en el campo espiritual sino también personal. Facilitándoles conocimiento de vida espiritual y ética que hicieran del seminario no sólo un lugar de aprendizaje académico, también y en sobretodo: un lugar donde cada alumno tuviera de crecer tanto en el entendimiento como en el espíritu.
En tercer lugar, se comenzó a buscar que aquellos alumnos que provenían de las provincias del interior del país, o de países vecinos, retornaran a sus propios ámbitos una vez recibidos. Ello garantizaba que cada uno fuera obrero en un entorno. Campos de trabajo que les resultaran familiares y conocidos.
Como cuarto punto, es el énfasis en la apertura de nuevos campos misioneros, en aquellas regiones que hasta el momento no cuentan con los mismos.
El propósito de la educación teológica que se comenzaría a impartir, y que se mantienen en el Seminario, se basa en los cuatro puntos fundamentales:
Solo Deo Gloria – Solo Biblias (Scriptura)
Solo Fe – Solo Cristo
En resumidas cuentas, la visión que Dios ha puesto en nuestra comunidad (Seminario) es, llevar el mensaje del evangelio a cada latino en su propio idioma y que entiendan a Dios desde su propia cultura, con portavoces principalmente originarios.