La singularidad de Tiranno
Con el término singularidad queremos significar “distinto a los demás”, no se debe entender como mejor o superior a otros.
Nuestra comunidad es primeramente, apartada por Dios con un propósito definido, a saber, “Llegar con el mensaje del Evangelio a los lugares no alcanzados de los 33 países de América Latina, con siervos y siervas del Señor, separados por Dios mismo con un compromiso completo en su Vocación”. Tenemos que decir a esto, que somos una comunidad misionera, con una carga por la salvación de las almas latinas que tiene Dios en estas partes de la tierra.
Esto para nosotros es un gran desafío, sin embargo, estamos decididos a renunciar aún a nuestros intereses individuales para cumplir este maravilloso propósito de Dios.
Así mismo creemos que Dios ya tiene a sus colaboradores para cumplir esta tarea (1 Cor. 3:10) en distintos puntos de América Latina, en distintas iglesias con esta misma visión, los cuales estamos seguros que Dios los hade traer a formar parte de esta cálida familia que día a día está creciendo por el apoyo incondicional de las hermanos coreanos en Argentina y por la entrega total en este propósito, de parte de los docentes y estudiantes.
Los mencionados heraldos del las Buenas Nuevas del Evangelio, son preparados durante un período de cuatro años de forma integral “como servidores” para esta tarea; lo que involucra:
· Madurez espiritual
· Formación académica en el conocimiento de la palabra a proclamar (Biblia)
· Disciplina en las actividades cotidianas de la misión
· Formación en el carácter de Jesucristo
· Entrenamiento en la Fe para depender de Dios en todo circunstancia
No pretendemos de ninguna manera competir con ningún ministerio en particular, puesto que sabemos que en la iglesia de Jesucristo, cada uno tenemos dones dados por un mismo Espíritu para el crecimiento de la misma (1 Cor. 12:4-7; Ef. 4:11, 12). Estamos convencidos más bien, de que todos precisamos de ayuda mutua para lograr el plan completo de Dios en la reconciliación de todas las cosas en Jesucristo (Ef. 1:10).
Nuestros recursos para llevar acabo esta tarea es primeramente la FE, en segundo lugar voluntad, consiguientemente oración y las ofrendas misioneras de las comunidades cristinas Coreanas Argentinas, mas la colaboración de quienes sienten en su corazón el llamado a apoyar esta misión que mora en el corazón de Dios. Sabemos que los recursos económicos es una gran limitante para la movilización física de la iglesia, y por ende, muchos de los siervos que son llamados a la misión no pueden acceder a una escuela para prepararse; sin embargo, por gracia divina en nuestra comunidad los siervos son becados durante todo el periodo de su preparación.
La convivencia con distintas culturas, distintas denominaciones, diferentes edades, diferentes formas de ver la vida, distintas lenguas y desiguales preparación académica, no hace diferencia entre uno de otro, sino más bien, complementa las necesidades de cada uno de los siervos en sus debilidades. Es decir, sirve de beneficio para el desarrollo integral e individual del siervo y consiguientemente de la comunidad.
En la convivencia, las lágrimas de unos se mezclan con las alegrías de otros armonizando así, un sonido que agrade al corazón de Dios; los enojos de algunos con la paz de otros desencadenan en abrazos que unen dos corazones en contra del dolor; las necesidades de los débiles se fortalece en la abundancia de los fuertes; el orgullo de los soberbios se desvanece con la mansedumbre de los humildes, la lógica de los sabios se convence por la fe de los carentes de sabiduría. Y la lista continua, pero en todo el que obra en la comunidad es el Espíritu de Dios quien fundó nuestra comunidad, por ello, día a día, le damos la gloria a nuestro Señor Jesucristo, amo de nuestras vidas.
También estamos convencidos, de que tendremos desafíos que sobrepujen nuestras fuerzas, pero, nuestra confianza en el dueño de esta obra, nos da las fuerzas para enfrentar todos los inconvenientes por los cuales pasaremos, y la sabiduría para encausarlos hacia la madurez de la comunidad.
Nuestro deseo es cumplir con nuestro deber como ciudadanos del Reino de los Cielos, comprometernos más con el plan de Dios con su creación, mostrar nuestra gratitud a Dios por lo que el ha hecho por nosotros y efectivizar el amor a nuestros prójimos.